martes, 10 de abril de 2018

La astenia primaveral

El desánimo estacional


¿Qué es la astenia primaveral? ¿Por qué se produce?

Aunque parezca mentira, estamos en primavera, y la fatiga primaveral o astenia es uno de los trastornos más frecuentes que requieren atención, precisamente para evitar que este desánimo estacional acabe cronificándose y trayendo más problemas.

Las razones o causas de este desarreglo, como ocurre con la mayor parte de ellos, son variadas. Entre ellas podemos mencionar el estilo de la vida de la persona, que determina en gran medida la forma de adaptación ante los cambios de estación, una vida sedentaria, hábitos de ejercicio físico, los hábitos de alimentación, patrón de sueño, el estado general del organismo, el estilo de pensamiento y afrontamiento general de los problemas y de los períodos de estrés, etc.

¿Cuáles son los síntomas más frecuentes?

El síntoma principal es el cansancio o fatiga crónica durante esta etapa. Otro síntoma asociado es una intensa apatía. La persona afectada no tiene ninguna gana de realizar actividades, ni siquiera aquellas que pueden resultar más cotidianas, como salir a dar un paseo, cocinar, ver a los amigos, salir de compras, etc. Esta disminución en la actividad general de la persona va a provocar una alteración significativa en el estado de ánimo, ya que el organismo no se encuentra con fuerzas para realizar actividades, por tanto la percepción de la persona acerca de lo que ocurre tiende a ser más pesimista y negativa.

Claves para prevenirla.   

Es muy importante para prevenir este trastorno, cuidar especialmente nuestro organismo a todos los niveles, cognitivo (estilo de pensamiento), fisiológico (sentimientos/emociones) y motor (comportamientos).

A nivel cognitivo es fundamental aprender a interpretar las cosas cotidianas que nos ocurren de una manera más realista y positiva, para que éstas nos afecten lo menos posible, en el sentido de pagar el menor coste emocional. Si tratamos de ahorrar un poquito de coste emocional en nuestra vida nuestro organismo se encontrará más fuerte y más preparado para soportar cualquier adversidad que se presente.

A nivel fisiológico cuidar nuestro organismo cuidadosamente, como si se tratara de algo muy preciado (de hecho, es lo más preciado que tenemos). Con demasiada frecuencia olvidamos que nuestro cuerpo necesita atenciones permanentes que le permiten mantenerse en un estado óptimo, porque de lo contrario empieza a fallar y a provocar desarreglos lógicos en su intento de restablecer el orden perdido. Es preciso alimentarlo con un criterio adecuado, aportándole todos los nutrientes que necesita para mantenerse en forma. Esto es, un adecuado aporte de vitaminas, de proteínas, de hidratos de carbono y reducir el consumo de grasas. Esto último, resulta especialmente significativo, ya que una de las explicaciones de la fatiga primaveral, hace referencia al abuso excesivo que se realiza durante los meses invernales de grasas, que se acumulan en el organismo y que después resultan más difíciles de eliminar en primavera, por lo que el organismo duplica su trabajo para afrontar una actividad distinta y una carencia vitamínica.

A nivel motor es muy importante que se aumente y estabilice la actividad física, es decir que se realice algún deporte o alguna actividad física de forma regular, que permita al organismo mantenerse en forma en cualquier época del año y no sólo en primavera y verano. Esta falta de ejercicio resulta especialmente perjudicial para el organismo porque generalmente se realiza de manera irregular obligando a nuestro cuerpo a realizar excesos innecesarios al inicio de cada etapa.

Pautas para despertar del letargo psicológico.

Cuando una persona se encuentra dentro de un proceso de astenia primaveral, es especialmente importante que trate de seguir, en la medida de lo posible las recomendaciones anteriores. Que comience por cuidar su alimentación, incluyendo o aumentado en su dieta el consumo de frutas y verduras frescas para aumentar el nivel de vitaminas en el organismo.

De igual modo, que cuide sus períodos de reposo (patrón de sueño) y actividad incrementando esta última y tratando de realizarlo de una manera regular. Que trate de realizar aquellas tareas cotidianas con una actitud mental positiva, aunque no le apetezca, ya que la práctica continuada aunque suponga un gran esfuerzo es un potenciador extraordinario del estado de ánimo positivo.

Que trate de desarrollar actividades gratificantes que le permitan distraerse y pasarlo bien. En general, que realice todas aquellas actividades que le aporten una satisfacción personal y que le permitan mimarse en esta etapa.

¿Cómo paliar un cuadro de tristeza generalizada?

¡Activándose! Empezando a estabilizar unas rutinas adecuadas.

Si la persona que padece este tipo de desarreglo es capaz de poner en práctica año tras año las recomendaciones del apartado anterior, y las convierte en un estilo de vida, es muy posible que con el paso del tiempo pueda hacer desaparecer este desarreglo, pues su organismo a nivel general (pensamientos, emociones y comportamiento) estará en plena forma y no tendrá por qué sufrir los cambios estacionales de manera desadaptativa.

Y si la apatía se alarga, no dudes en pedir ayuda a un psicólogo que te ayude a encauzar tu estado de ánimo para que los problemas no se te “hagan un mundo”.



¡Estamos para ayudarte!

www.lauragarciaagustin.es





sábado, 15 de abril de 2017

GESTIÓN DEL TIEMPO.

Cada vez más gente se queja de no tener tiempo, de que al día le faltan horas. Parece como si el tiempo del que disponemos no fuese suficiente para hacer todo lo que se supone que tenemos que hacer. No obstante, TODOS disponemos del mismo tiempo: 24h al día o 1440 minutos, parece mucho, verdad, pero no a todo el mundo le cunde igual.

Hoy vamos a hacer una primera aproximación a la gestión del tiempo, de modo general. Otro día os enseñaré como gestionar de forma eficaz a los distintos ladrones de tiempo o cronófagos como Internet, el email, las redes sociales, el teléfono, la tv, etc.

¿Por qué es importante?

Obtenemos más rendimiento con menos esfuerzo.
Obtenemos mejores resultados, con menos fatiga y eso se traduce en mayor éxito personal y profesional y un mayor nivel de bienestar biopsicosocial.

¿Qué tenemos qué hacer?

       1. Identificar en qué invertimos o perdemos el tiempo (igual que hacemos con el dinero si queremos ahorrar)
                   - Ladrones de tiempo
                   - Interrupciones.
                   - Internet
                   - Redes Sociales
                   - TV
                   - Teléfono
        2. Trampas en el control del tiempo
                   - Perfeccionismo = procrastinación
                   - Pereza = procrastinación
                   - No saber decir NO
                   - No poner límites al trabajo

¿Cómo lo hacemos?

   Utiliza las 4 P:

          - PLANIFICAR: “Qué quiero hacer”. Definir objetivos
          - PROGRAMAR: “Cuando y cómo lo hago”
          - PRIORIZAR: “En qué orden lo hago”
          - PRACTICAR

1. PLANIFICAR las tareas. Primero lo primero. Utilizamos la matriz de eficacia para diferenciar lo importante de lo urgente.
   
                                               URGENTE                    NO URGENTE
 

IMPORTANTE                       ¡Hazlo Ya!                         ¡Agéndalo!


NO IMPORTANTE                 ¡Delégalo!                         ¡Elimínalo de tu agenda!


2. PROGRAMAR.
Asigna a cada actividad un tiempo limitado (si no establecemos un tiempo limitado para cada tarea ocuparemos todo el tiempo disponible: Ley de Parkinson.
y trabaja en unidades de tiempo operativo sin interrupciones (30 min.)
Optimiza cada minuto. Nada de interrupciones. Ley de eficacia: el tiempo que requiere una tarea crece en proporción al número de veces que la hemos interrumpido y reanudado.

3. PRIORIZAR.
Comienza siempre por lo importe
No te saltes nunca tu planificación
Trabaja en modo UNITAREA.
Acaba lo que empiezas.

4. PRACTICAR.
Para instaurar hábitos productivos hay que PRACTICAR. Hazlo todos los días.

¡¡FELICÍTATE por tus logros cada día!! ;))

martes, 21 de marzo de 2017

La gestión de las emociones

En los últimos años ha habido una auténtica “revolución afectiva” a medida que los académicos y los directivos de grandes empresas han ido cayendo en la cuenta de que las emociones de los empleados son fundamentales dentro una organización, pues cuando vamos al trabajo llevamos nuestras emociones a cuestas, y estas influyen directamente en los resultados que vamos a obtener.

La gestión de emociones es tan importante porque es lo que determina nuestra actuación futura para enfrentar eficazmente los contratiempos con los que nos encontramos a lo largo de la vida. Por ejemplo, gestionar mal una emoción puede dar al traste con una entrevista de trabajo. Pero, además, la gestión emocional también nos ayuda a estar más sanos.

Las personas que se “tragan” sus emociones, que no saben identificarlas o expresarlas, sufren problemas de salud de gravedad variable, desde úlceras de estómago hasta problemas cardíacos. 


Son los problemas psicosomáticos, de los cuáles seguro que has oído hablar. Se trata de enfermedades cuya causa se encuentra en el mundo emocional. Y estas enfermedades psicosomáticas, suponen un coste enorme en gasto sanitario. Por eso, si aprendiésemos desde pequeños inteligencia emocional, es decir, saber qué hacer con nuestras emociones y cómo entenderlas, se ahorraría mucho coste a muchos niveles y se obtendría un gran beneficio.

Para que te hagas una idea, la gestión de las emociones es la base de la famosa Inteligencia Emocional, que es precisamente el conjunto de habilidades que nos permite identificar, aceptar y expresar correctamente nuestras emociones. 

Hoy voy a darte unas pautas básicas para empezar a utilizarla.

Muchas personas no han aprendido a expresar, reconocer, ni permitirse las emociones y por eso les da vergüenza hacerlo. Piensan que si lo hacen su imagen social va a quedar dañada o que los demás les van a percibir como más vulnerables. Pero es justo todo lo contrario. Cuando alguien sabe gestionar sus emociones resulta mucho más atractivo. Es la base del liderazgo.

¿Cómo empezamos a gestionar las emociones?

Primero, sabiendo reconocerlas. Es decir, hay que estar pendientes de lo que sentimos y ponerle un nombre. “Estoy triste”, por ejemplo. Después, hay que darse permiso para sentir lo que se sienta, sea positivo o negativo, rabia, miedo, alegría, etc. Todas las emociones tienen una función. Si negamos lo que sentimos, tratamos de esconderlo o lo rechazamos se vuelve más fuerte. Y se cronifica. Hay que decirse: “me siento triste, no pasa nada, voy a darme permiso para sentirme así, sólo es una emoción más, no muerde”. Eso te permitirá dejar de temerlas y controlarlas.


Después, hay que ponerle palabras a las emociones. Es decir, tienes que nombrarlas. Saber como se llama cada una. Para eso hay que utilizar muchos nombres diferentes, también adjetivos que las definan bien y adverbios de cantidad para valorarlas. Por ejemplo: “Estoy especialmente triste o me siento bastante desilusionado…”

Este ejercicio te resultará muy útil para saber hasta dónde te afecta algo y sobretodo qué lo que te afecta.

Lo siguiente será, hablar de lo que sientes en primera persona. Sin culpar a nadie. Las emociones son tuyas. Tú eres la responsable de tus emociones, así que si quieres aprender a gestionarlas tienes que hacerte cargo de ellas. Utiliza frases del tipo: Yo me siento…, en lugar de Él me hace sentir…

Esta estrategia no sólo te conecta contigo, sino que además, te permite independizarte de la influencia de los demás. Porque cuando piensas que el otro es el responsable de lo que tú sientes, estás en sus manos!! Parece que si el otro no deja de hacer lo que hace, tú no podrás dejar de sentirte como te sientes y eso es mentira. Tú eres la única responsable de tus emociones. Tu decides cómo te quieres sentir.

Fíjate, si asumes tus emociones y le comunicas al otro lo que te ha molestado sin esperar a que la cosa se complique, no solo se facilita el diálogo y la resolución del conflicto, sino que además, tú ejerces el control real sobre lo que sientes y no culpas a nadie.

Y así,  vas soltando poco a poco la molestia y no haces una montaña de un grano de arena.

Y finalmente, para gestionar bien tus emociones, tienes que felicitarte cuando lo consigas y recrearte en la sensación positiva que te queda cuando expresas como te sientes.

Ventilar las emociones cada día, igual que lo hacemos con nuestra casa te dará una increíble sensación de bienestar y te sentirás renovada.


Recomendaciones:

1.  RECONOCE TUS EMOCIONES Y DATE PERMISO PARA SENTIRLAS. Las positivas y las negativas. Todas tienen una función. Así tendrás más control sobre ellas y dejarás de temerlas.
2.  HABLA EN PRIMERA PERSONA. Tus emociones son tuyas. Así que no culpabilices a nadie por tenerlas. Utiliza frases del tipo: Yo me siento…
3. AYÚDATE CON EL LENGUAJE. Utiliza adjetivos y adverbios de cantidad. Por ejemplo: Me siento muy, algo, bastante… ALEGRE, TRISTE, ENFADADO. Así te ayudarás a medir lo que sientes.
4.   COMPARTE TUS EMOCIONES CUANTO ANTES. No esperes a que la cosa se complique. Si estás molesto, mejor expresarlo antes de estar más enfadado.
5. FELICITATE cuando lo hayas conseguido y RECRÉATE en la SENSACIÓN POSITIVA que te queda una vez que has EXPRESADO lo que sientes.

Y recuerda que para conseguir buenos resultados tienes que practicar.